Marsella, ciudad pirata; donde las murallas de la fortaleza se hicieron para protegerse de la ciudad en vez de para proteger a la ciudad.
Uno se cree más a los impresionistas cuando ve la luz comerse las formas desde las cinco de la mañana. Tan intensa. Entonces me parecen menos burgueses los bodegones de Cezanne o las ventanas de Matisse (esta luz hace que lo vulgar luzca como único)
Marsella tumbada junto al mar no quiere parecerse a la pija Paris ni a sus derivados, ella es cani rastrera y multicultural, mediterranea y honesta. Un refugio, siempre.
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